Como todos sabemos, los ojos producen un lagrimeo constante para humectarlos o por diversas causas comunes como: irritación, ingreso de cuerpos externos o al momento de llorar. Sin embargo, el exceso de la producción de lágrimas también puede provocar problemas. A este padecimiento se le conoce como epífora ocular.
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Los ojos llorosos, también conocido como epífora ocular, es una dolencia ocular caracterizada por un llanto excesivo y continuo, ya sea como consecuencia de la producción excesiva de lágrimas o como consecuencia de un bloqueo en el sistema de drenaje del ojo, provocando que se rebosen y se caigan fuera del ojo.
La causa más común de un enrojecimiento de la superficie ocular es la irritación de la superficie ocular provocada por traumatismos como golpes, roces, falta de sueño… o por la acción de un irritante, porque, al final, las lágrimas están diseñadas para lubricar. la superficie ocular, aliviar la irritación y ayudar en la expulsión de objetos extraños. Sin embargo, si el llanto es continuo y excesivo, podría deberse a una variedad de enfermedades oculares.
El ojo lloroso asociado al ojo seco puede resultar paradójico pero, debido a que la sequedad ocular irrita la superficie del ojo, se produce una sobreestimulación de la glándula lagrimal para producir lágrimas que alivien dicha irritación. Dado que el ojo seco es un trastorno crónico, la producción de lágrimas se hace constante, dando lugar al ojo lloroso o epífora.
Seguro te preguntarás, ¿por qué mis ojos están llorosos o cuál es la causa de la epifora ocular? Las principales causas de lagrimeo ocular deben clasificarse según provoquen un exceso de producción de lágrima o dificultades para evacuarla.
Causas de la epifora ocular por producción excesiva de lágrima
Causas de epífora por dificultades en el drenaje de la lágrima
También se puede producir exceso de lagrimeo por complicaciones en el drenaje de las lágrimas, lo cual es menos común que las causas anteriores y pueden ser funcionales u obstructivas.
Funcionales:
Obstructivas:
Dependiendo de su causa de la epífora ocular, los ojos llorosos pueden estar acompañados de otros síntomas, como por ejemplo:
El llanto excesivo, no deseado e ininterrumpido es la manifestación más visible de un ojo hinchado. La infección del saco lagrimal (dacriocistitis), el enrojecimiento de la esclerótica (parte blanca del globo ocular), la inflamación y la irritación de los párpados, así como la visión fluctuante y borrosa son síntomas comunes.
Además, cerrar los ojos constantemente no solo es incómodo, sino que también puede promover la laxitud y el párpado caído.
El ojo lloroso es un problema común que no debes pasar por alto, ya que puede afectar de forma relevante a tu calidad de vida y, con un buen diagnóstico, tiene solución eficaz en la mayoría de los casos.
El tratamiento va a depender de la causa que provoque el lagrimeo excesivo. Para determinarlo, debemos llevar a cabo una valoración de la superficie ocular que nos permita descartar la existencia de problemas que puedan estar causando una producción excesiva de lágrimas. La mayoría de las causas de origen alérgico, irritativo o infeccioso pueden tratarse con medicación en forma de colirios tópicos (gotas).
En cambio, si el ojo lloroso se debe a una obstrucción del conducto lagrimal, hay que optar por restablecerlo mediante una intervención quirúrgica llamada dacriocistorrinostomía. Por otro lado, si el motivo del ojo lloroso son malformaciones o malposiciones de los párpados será necesario recurrir a cirugía plástica y reparadora ocular para corregirlas.
Revisión por aparatos y sistemas: se deben evaluar síntomas de posibles causas, que incluyen prurito, rinorrea o estornudos (sobre todo cuando ocurren de forma incesante o después de la exposición a alérgenos potenciales específicos como una reacción alérgica), irritación o dolor ocular (blefaritis, abrasión corneana, sustancias químicas irritantes) y dolor cerca del canto medial (dacriocistitis).
Deben buscarse otros síntomas, aunque tienen menos sensibilidad diagnóstica, que incluyen cefalea posicional, rinorrea purulenta, tos nocturna y fiebre (sinusitis, granulomatosis con poliangeítis), erupciones (síndrome de Stevens-Johnson), tos, disnea y dolor torácico (sarcoidosis) o epistaxis, hemoptisis, poliartralgias y mialgias (granulomatosis con poliangeítis).
Antecedentes médicos: se deben buscar trastornos conocidos que producen lagrimeo, como la granulomatosis con poliangeítis, la sarcoidosis y el cáncer tratado con agentes quimioterápicos, algunos trastornos que producen ojos secos (p. ej., artritis reumatoide, sarcoidosis, síndrome de Sjögren) y el uso de fármacos, como el ecotiofato, la adrenalina y la pilocarpina. Se determinan los antecedentes oculares y nasales, que incluyen infecciones, lesiones, procedimientos quirúrgicos y exposición a radiación.
El tratamiento para el epífora y el lagrimeo ocular que se utilizará será determinado por el caso individual y la causa del problema. En el caso de la laringitis, un tratamiento con péptidos de tetraciclina puede aliviarla.
Sin embargo, en casos con epífora ocular en los que ha habido una obstrucción, muchas veces se requieren procedimientos como el sondaje de la vena lagrimal. Este procedimiento generalmente se realiza de forma ambulatoria y con el uso de anestesia local únicamente. El paciente puede regresar a casa al mismo tiempo que se completa el procedimiento.