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La hipertensión ocular, también conocida como “presión ocular elevada” o “presión intraocular”, se trata de un padecimiento de los ojos generado cuando la presión en este órgano aumenta por encima de lo normal (21 mm Hg). Esto puede afectar nuestra salud visual de forma asintomática, sin embargo, es la principal causa de enfermedades como los glaucomas, los cuales pueden generar ceguera parcial o total.
Comúnmente este término es confundido o relacionado con la “hipertensión arterial” (aumento de presión en las arterias), sin embargo, no son lo mismo ni se encuentran relacionados. La hipertensión ocular se define como el incremento de la presión en el globo ocular a causa de los líquidos intraoculares que ejercen una presión más alta de lo habitual, lo que empuja y contrae las estructuras del ojo.
Este se trata de uno de los padecimientos más delicados y riesgosos de la vista, pues en caso de no ser detectado o tratado a tiempo puede generar daños al ojo irreversibles que terminen causando ceguera parcial o la pérdida total de la vista.
Por ende, es indispensable que conozcas todo lo relacionado con la presión ocular elevada, cuáles son sus causas, síntomas y los mejores tratamientos que existen en la actualidad para combatirla.
La hipertensión ocular o presión intraocular es un padecimiento que se origina cuando la presión del interior del ojo supera el rango que es considerado como normal y se sitúa por encima de los 21 mm Hg, causando afectaciones a los nervios ópticos o a las estructuras del globo ocular.
La presión ocular elevada se trata del principal factor de riesgo para el desarrollo de un glaucoma, una enfermedad altamente riesgosa que pone en peligro la capacidad de ver del ojo afectado.
Es importante aclarar que los padecimientos son distintos aunque se encuentran ligados. La hipertensión ocular ocurre cuando la presión del globo ocular se encuentra por encima de lo normal pero no se han producido afectaciones al nervio óptico (conexión entre el ojo y el cerebro). Por otra parte el glaucoma es cuando, debido a la presión intraocular, ya se ha generado un daño al nervio óptico, provocando la pérdida de campo visual del paciente e incluso, de visión central o pérdida total de la vista en los casos más graves.
La presión ocular elevada en la mayoría de los casos pasa inadvertida y sin síntomas para los pacientes, pues en la mayoría de los casos es una enfermedad progresiva e indolora, a excepción de los ataques de glaucoma agudo, los cuales sí provocan un intenso dolor en el ojo por el cual los pacientes deben ser atendidos de manera urgente.
Es debido a esto que la única forma de detectar y diagnosticar la hipertensión ocular es por medio de la exploración oftalmológica completa, en la cual, además de otras revisiones, se checa el valor de la presión intraocular por medio de una prueba conocida como tonometría. Si esta supera los 21 mm Hg, se considera como presión ocular elevada y debe atenderse de forma inmediata para evitar su avance.
El caso de los glaucomas es parecido, ya que al ser una enfermedad progresiva y lenta que causa un deterioro poco notable en la visión periférica, esta puede ser detectada hasta que el padecimiento ya se encuentra bastante avanzado. Por ello, la mejor forma de prevenir y detectar la hipertensión ocular y el glaucoma es acudiendo a revisiones constantes de la vista.
Existe un gran número de causas de la hipertensión ocular. Desde antecedentes familiares de presión ocular alta, padecer miopía o estar diagnosticado con diabetes.
Estos factores son generalmente los mismos que originan un glaucoma (evolución de la hipertensión ocular).
Entre otras causas de presión ocular elevada, se encuentran:
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La hipertensión ocular y el posterior desarrollo de un glaucoma es actualmente la primera causa de ceguera irreversible en todo el mundo, lo cual es una grave amenaza para la salud y la calidad de vida de las personas.
No obstante, hoy en día no se conoce una forma de prevenir certeramente esta enfermedad, por lo que la mejor forma de enfrentarla y evitar que se desarrolle hasta puntos críticos es por medio de revisiones periódicas de la vista para detectarla a tiempo. Esto evitará el progreso de la enfermedad con tratamiento y revisiones periódicas con un oftalmólogo.
Lo más recomendable es someterse a revisiones del ojo al menos 2 veces al año a partir de los 40 años, de tal forma que se mida la presión intraocular y se detecten otro tipo de padecimientos que pueden ser igual de indeseables.
Estas revisiones son sobre todo importantes en personas con antecedentes o familiares que han sufrido de hipertensión ocular.
Lamentablemente es difícil que un paciente detecte por sí mismo que tiene hipertensión ocular, pues como mencionamos, esta enfermedad en la gran mayoría de los casos es asintomática, indolora y no hay signos externos evidentes o apreciables a la vista.
Por ello que sólo una revisión con lectura de presión ocular puede ayudarnos a detectar a tiempo este padecimiento.
El principal peligro de la hipertensión ocular, además de la pérdida de la vista progresiva en el campo exterior, es el desarrollo de un glaucoma, que como explicamos, es el daño grave e irreversible al nervio óptico.
No obstante, es importante mencionar que no todos los pacientes con tensión ocular alta desarrollan un glaucoma, y para diagnosticar este, se necesita de un control y exámen exhaustivo de los valores de presión ocular, además de que se debe explorar el nervio óptico con los instrumentos de diagnóstico más avanzados.
La hipertensión ocular también se relaciona con el desarrollo de otros padecimientos del ojo, como el síndrome pseudoexfoliativo, síndrome de dispersión pigmentaria y el arco corneal.
Un diagnóstico de hipertensión intraocular temprano es indispensable para que el tratamiento sea exitoso. Para disminuir esta presión ocular elevada y situarla dentro del rango normal, se administran diversos medicamentos y colirios dependiendo de la causa determinada por el especialista.
También el tratamiento puede ser por medio de una operación láser (trabeculoplastia) y otras intervenciones quirúrgicas que buscan disminuir la presión del ojo. Entre los tratamientos más comunes se encuentran:
Para prevenir la hipertensión ocular o el glaucoma es indispensable someterse a revisiones oculares de forma periódica al menos una o preferentemente dos veces al año, ya que sólo de esta forma es posible detectar la presión ocular elevada.
Para esto, los oftalmólogos emplean un instrumento llamado “tonómetro”, el cual mide la tensión de fluidos que se encuentran en el interior del ojo y determinan si esta se encuentra dentro de lo normal o por encima.
Estos tonómetros funcionan a base de aire, en los cuales no es necesario hoy en día que haya contacto directo con el ojo, pues producen una controlada corriente de aire sobre la córnea, midiendo la resistencia de esta capa a la hora de que se aplica una presión externa.
La presión de aire necesaria para deformar o aplanar la córnea indica la presión existente dentro del ojo, siendo una técnica simple, rápida e indolora.
La hipertensión ocular se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y la presión “normal” se encuentran entre 11 – 21mmHg. Cuando se detecta una presión más elevada, se habla de que se sufre de hipertensión ocular y que se debe realizar un tratamiento para evitar el progreso de la enfermedad.