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Como todos sabemos, los ojos del cuerpo humano son uno de los órganos más importantes e imprescindibles para nuestra interpretación del medio que nos rodea y la recepción de una infinita cantidad de información visual que percibimos a través de estas 2 complejas estructuras en nuestra cabeza.
No obstante, poco se habla de las cavidades en las que se encuentran sujetos, las cuales se conocen como cuencas oculares u órbitas, las cuales son las responsables de proteger a estos complejos pero delicados órganos, además de proveer el soporte y la movilidad que necesitamos para poder mover los ojos y enfocar la vista a cualquier lugar en donde la queramos.
Por ello, en esta ocasión en Quitateloslentes.com te hablaremos sobre todo lo que debes saber sobre la cuenca del ojo y su morfología, además de las fracturas, dolores y padecimientos que pueden llegar a presentarse en esta región del cuerpo, y que, al igual que sucede con cualquier otro trastorno en esta región, debe atenderse de inmediato para prevenir problemas a nuestra visión y a nuestra salud en general.
Las cavidades orbitales, también conocidas como órbitas de los ojos, que están dispuestas en un patrón simétrico a cada lado de las fosas nasales, forman la cuenca ocular.
Cada una de estas fosas tiene la forma de una pirámide cuadrangular, con un vértice en la base que se abre a la cavidad de la grúa a través de varias fisuras.
Dentro de las cuencas es en donde se encuentra el ojo, los músculos que le dan movimiento, lagrimales, nervios y todas las partes del sistema óptico del cuerpo humano.
Podemos distinguir las siguientes cavidades orbitales:
Cuando se trata de las paredes, hay siete tipos diferentes de tonos de cráneo:
El ojo está protegido por una cuenca ósea protectora conocida como la órbita. La órbita tiene seis músculos extraoculares que se adhieren al ojo. Estos músculos mueven el ojo hacia adelante, hacia atrás y de lado a lado, además de rotarlo.
Los músculos extraoculares están conectados al área blanca del ojo, conocida como la esclerótica. Es un gorro de tejido grueso que cubre casi toda la superficie del globo ocular.
El globo ocular se asienta en la cuenca ocular (también conocida como “órbita”) dentro del cráneo, que está rodeado de pelo. El área visible del ojo está protegida por párpados y pestañas, que ayudan a evitar que la muerte, la contaminación e incluso la luz fuerte y antinatural entren en su centro.
Lágrimas lubrican o humedecen los ojos a la vez que eliminan la suciedad, el polvo y otros irritantes que traspasan la línea de defensa de las pestañas y párpados. Lágrimas también ayudan a proteger a las personas de infecciones.
Cada vez que parpadeamos, nuestros párpados expulsan una capa de moco, aceite y lágrimas por toda la córnea, cubriendo la parte anterior del ojo.
Las glándulas lagrimales, ubicadas en la esquina superior externa de cada cuenca ocular, producen lágrimas que fluyen hacia los conductos de los párpados después de humedecer los ojos. Estos conductores desembocan en el saco lagrimal, saco situado en el ángulo inferior interno de cada cuenca ocular. Después de eso, las lágrimas caen del ojo a través de un canal que llega a la nariz.
Para estar seguro, su ojo debe moverse. Hay seis músculos extraoculares que rodean el globo ocular y funcionan como hilos de marioneta, moviendo el ojo en diferentes direcciones. Los músculos de cada músculo ocular se mueven al mismo tiempo, lo que permite que ambos músculos oculares permanezcan alineados.
Las fracturas son las enfermedades y problemas de la cuenca ocular más comunes. Los tres tipos que existen son:
Fractura del reborde orbitario. Las fracturas son causadas por un golpe directo en la cabeza, la mayoría de las veces por un accidente automovilístico (impacto del volante o del tablero). Este tipo de fractura es común y puede causar daño al nervio óptico o al cerebro en algunos casos.
Fractura indirecta del piso de la órbita. Esto se conoce como “fractura por estallido”, y ocurre cuando el reborde óseo del ojo no sufre daño después de una colisión, pero el suelo de la órbita, siendo más delgado, se rompe o quiebra. Debido al golpe, estas lesiones ocurren con frecuencia durante la práctica de deportes.
Los síntomas varían mucho según el lugar donde se produzca la fractura y su gravedad o gravedad:
Es indispensable acudir al médico en caso de que los dolores sean intensos, haya sangrado, hematomas o en caso de que la condición de fractura comience a afectar el funcionamiento de la vista y los músculos que permiten el movimiento de estos.
Es importante que siempre que se sospeche de una lesión o fractura importante en esta zona, se acuda al médico especialista para que este solicite la realización de estudios de imágen para poder corroborar el estado del ojo y de los huesos craneales que lo rodena.
Si la fractura de órbita no es grave, el tratamiento no suele ir más allá de la administración de antibióticos y el seguimiento de la lesión. Sin embargo, los pacientes que presentan una fractura importante, especialmente si se acompaña de hundimiento ocular, enoftlamos, o tienen visión doble o distorsionada, pueden requerir un procedimiento quirúrgico.
La cirugía de cuenca ocular consiste en elevar cuidadosamente los elementos desplazados de la órbita y luego insertar una placa de titanio, tornillos o microplacas para reemplazar el hueso podrido.