El ojo humano es un órgano extremadamente complejo y lleno de diversas funciones, capas y tejidos que nos permiten captar la luz del mundo que nos rodea y transmitirla en forma de información para que nuestro cerebro pueda procesar y crear imágenes con colores, tamaños, distancias, profundidad, texturas y más.
Para ello, este órgano cuenta con diversas funciones y movimiento que le permiten enfocar y moderar la luz, como lo es el caso de la miosis, el cual es el término utilizado para describir la refracción de la retina cuando esta necesita aminorar el paso de luz al interior del globo ocular.
La pupila es la esfera negra que se encuentra en el centro del ojo, y que se dilata o contrae según la cantidad de luz que entra en el mismo. Pero en ocasiones, las pupilas están contraídas en una situación ambiental en la que no deberían estarlo, lo cual se conoce como miosis.
Nos obstante, también el término miosis puede utilizarse para describir un padecimiento en el cual, la retina, en lugar de dilatarse y volver a su tamaño y forma normal (o más grande en casos de poca luz), permanece cerrada sin importar el nivel de luminosidad que perciba nuestro ojo.
En Quitateloslentes.com te contamos todo acerca de este padecimiento, cuáles son sus causas y los tratamientos que existen para contrarrestarlo en caso de que lo presentes.
El termino miosis, empleado en el área médica, indica la disminución del tamaño o contracción de la pupila y del cristalino del ojo para reducir la cantidad de luz que ingresa al globo ocular. Se produce gracias al músculo ciliar que disminuye la pupila de tamaño (miosis). Esta acción es antagónica a la dilatación de la pupila o midriasis, realizada por el músculo dilatador del iris.
La miosis se convierte en una afección ocular cuando las pupilas se contraen y no responden a la cantidad de luz que llega al ojo. Esto se produce por una excesiva contracción del músculo ciliar, que disminuye el tamaño de la pupila, o a un déficit en la actividad del músculo que se encarga de dilatar la pupila.
Esta patología es conocida también como pupila puntiforme o miosis patológica, y hace que las pupilas se contraigan en un ambiente oscuro o en el que hay poca luz.
Como ya se mencionó, el proceso de la miosis es un movimiento fisiológico que se produce en respuesta a la cantidad de luz que percibe el ojo. Sin embargo, esta no es la única situación que puede provocar esta reacción de contracción, pues ciertas sustancias o enfermedades pueden causarlo, entre las cuales destacan:
Los opioides se tratan de sustancias derivadas del opio que actúan sobre el sistema nervioso central. Se utilizan tanto en la forma de medicamentos como drogas de uso recreativo. Algunos de ellos son el fentanilo, la morfina, la heroína y la metadona.
Su acción tiene un mecanismo depresor en el sistema nervioso. Las pupilas se contraen y apenas reaccionan a los estímulos luminosos. La intoxicación por opioides se caracteriza por miosis, depresión respiratoria y de la conciencia, entre otros signos.
Además de los opioides, hay muchos otros químicos que puede causar esta situación. De hecho, varios medicamentos tienen a la miosis entre sus efectos secundarios. Por ejemplo, algunos antipsicóticos, como el haloperidol. Lo mismo ocurre con fármacos utilizados por vía tópica para tratar el glaucoma.
El síndrome de Horner es un conjunto de síntomas que aparecen tras una lesión nerviosa. Provoca que el párpado esté caído y que la pupila presente miosis. Además, la sudoración de ese lado de la cara afectado suele estar disminuida.
Una de las causas principales de este síndrome es la iatrogenia. Es decir, tiene lugar a consecuencia de un fallo médico tras cirugías en el rostro, por ejemplo, intervenciones odontológicas o terapéuticas aplicadas para la neuralgia del trigémino.
En algunos casos, según la zona del cerebro que se vea afectada por el sangrado cerebral, puede aparecer miosis. Por ejemplo, en los casos en los que un ictus es muy extenso o cuando el tálamo está involucrado.
El tumor de Pancoast es un tipo de cáncer que se produce en el pulmón. Puede afectar a partes del sistema nervioso simpático, que es el encargado de producir el efecto contrario a la miosis (la midriasis). De esta manera, como la pupila no se puede dilatar, permanece contraída a consecuencia de este tumor.
Las pupilas pequeñas pueden tener causas que no se deben a una enfermedad subyacente. Por ejemplo, luces brillantes, intoxicación por opiáceos, efectos secundarios de medicamentos o el envejecimiento.
Algunos de los síntomas que pueden indicar que se sufre de miosis en su forma patológica, son:
¿Quiénes son más propensos a desarrollar miosis?
Cualquier persona a cualquier edad puede presentar este problema en el ojo, sin embargo es mucho más común en personas que consumen medicamentos con este efecto secundario detectado o hace uso de drogas.
Cuando esto sucede, es importante acudir al oftalmólogo cuanto antes.
Consulta a un médico de inmediato ante lo siguiente:
Para diagnosticar la causa de la miosis, lo básico es observar el estado general del paciente. Muchas de las etiologías que producen el síntoma, como la intoxicación por opioides o la hemorragia cerebral, suelen ir acompañadas de una alteración del nivel de consciencia.
Si está consciente, lo ideal es preguntarle a la persona si ha consumido algún fármaco o droga. Además, hay que observar cómo reaccionan las pupilas a los estímulos luminosos. El médico o el enfermero se encargan de estudiar diferentes reflejos oculares para comprobar el estado neurológico.
Entre ellos está el reflejo fotomotor, que es observar si la pupila se contrae más ante la exposición a la luz. Otro es el reflejo consensuado, que confirma si la pupila del otro ojo (la que no está siendo iluminando) también se contrae. Así se evidencia si la lesión es en uno de los nervios periféricos o en la zona alta cerebral.
Como estamos viendo la miosis pupilar en sí no es una enfermedad, sino parte de los síntomas de una afección, por lo que dependiendo del análisis médico y el diagnóstico, cada paciente será tratado acorde a la enfermedad que padezca.
Una de las pruebas básicas para comprobar si estamos afectados por miosis es abrir y cerrar los ojos varias veces en un ambiente oscuro, si notamos que tras varias repeticiones nuestras pupilas siguen contraídas posiblemente estemos ante un problema de miosis.
En cualquier caso y al tratarse de un mecanismo de nuestro organismo que nos señala que algo no está funcionando correctamente, la atención médica es necesaria para diagnosticar qué está originando la contracción de la pupila.
La observación continúa de nuestros ojos junto con las revisiones periódicas en el oftalmólogo pueden ayudarnos si no a prevenir la miosis, sí a estar atentos ante cualquier señal extraña que veamos en la pupila, sobre todo si estamos tomando alguna medicación que pueda provocarla. Porque al igual que sucede con las manchas en la piel, posiblemente una buena crema dermatológica nos ayude a hacerlas desaparecer, pero hasta que no consultemos al médico, no sabremos si se trata solo de una reacción alérgica o de algo más grave.
Es importante buscar atención médica si experimentas miosis sin una causa evidente, especialmente si está acompañada de otros síntomas como dolor ocular, cambios en la visión, asimetría pupilar o síntomas neurológicos. Algunas situaciones en las que debes consultar a un médico incluyen:
En estos casos, es esencial realizar una evaluación médica para determinar la causa subyacente y recibir el tratamiento adecuado.
En algunos casos, la miosis es inevitable, especialmente si es causada por condiciones médicas subyacentes. Sin embargo, hay medidas que se pueden tomar para minimizar el riesgo de desarrollar miosis: