La degeneración macular juvenil es una enfermedad ocular que afecta principalmente a niños y jóvenes. Aunque se asocia más frecuentemente con adultos mayores, en su versión juvenil, puede provocar pérdida de visión central a edades tempranas, afectando significativamente la calidad de vida. En este artículo, exploraremos las causas, los síntomas y los tratamientos disponibles para esta condición.
La degeneración macular juvenil es un grupo de trastornos hereditarios que afectan la mácula, una parte de la retina responsable de la visión central. A diferencia de la forma relacionada con la edad, esta versión afecta a personas más jóvenes y puede progresar de manera rápida o gradual. Entre las formas más comunes se incluyen la enfermedad de Stargardt, la maculopatía de Best y la retinosquisis juvenil.
Las principales causas de la degeneración macular juvenil son genéticas. Variaciones o mutaciones en ciertos genes como el ABCA4 están relacionadas con la enfermedad de Stargardt, mientras que otras mutaciones genéticas están vinculadas con las otras formas de degeneración macular. Estos genes alterados afectan el funcionamiento de las células de la retina, llevando a la pérdida progresiva de la visión central.
Los síntomas de la degeneración macular juvenil pueden variar según el tipo de enfermedad, pero suelen incluir:
El principal factor de riesgo es la predisposición genética. Si un familiar cercano padece alguna forma de degeneración macular juvenil, las probabilidades de desarrollar la condición aumentan. También puede haber un mayor riesgo en personas con antecedentes familiares de enfermedades oculares hereditarias.
El diagnóstico de la degeneración macular juvenil se realiza a través de varios exámenes oculares. Las pruebas comunes incluyen:
Actualmente, no existe una cura para la degeneración macular juvenil, pero existen tratamientos que pueden ayudar a retrasar su progreso o mejorar la calidad de vida:
Dado que es una condición genética, la prevención completa es difícil. Sin embargo, realizar revisiones oculares regulares en niños con antecedentes familiares de enfermedades oculares puede ayudar a detectar la condición a tiempo y a tomar medidas para ralentizar su avance.
Las primeras investigaciones sobre la degeneración macular juvenil se remontan al siglo XX, cuando se comenzaron a identificar casos de pérdida de visión central en niños y jóvenes. A lo largo de los años, los avances en la genética y la oftalmología han permitido un mayor entendimiento de esta condición y el desarrollo de posibles tratamientos.
La mácula es una pequeña área en el centro de la retina, que es la capa de tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo. Aunque la mácula representa solo una pequeña porción de la retina, es crucial para la visión detallada y central. Nos permite realizar tareas que requieren precisión visual, como leer, reconocer rostros y ver colores con claridad. Su funcionamiento depende de las células fotorreceptoras especializadas que captan luz y envían señales al cerebro para crear imágenes nítidas.
La mácula también nos permite enfocar objetos cercanos o lejanos con claridad, lo que la convierte en una estructura fundamental para una buena calidad de vida. Cualquier daño o alteración en esta área puede afectar significativamente nuestra capacidad de llevar a cabo actividades cotidianas que requieren visión fina.
La visión central es la parte de nuestra vista que nos permite ver con precisión lo que está directamente enfrente de nosotros. Es esencial para actividades como leer, escribir, conducir y reconocer detalles en el entorno. Esta función está controlada principalmente por la mácula, que procesa las imágenes en alta resolución. Sin una visión central saludable, las personas no podrían enfocar adecuadamente ni detectar detalles cruciales.
La degeneración macular afecta directamente esta visión, ya que daña las células fotorreceptoras de la mácula. A medida que la enfermedad avanza, la capacidad de ver detalles finos se deteriora, lo que puede llevar a la incapacidad de realizar tareas importantes para la vida diaria. Es diferente de la visión periférica, que nos permite ver objetos fuera del centro de nuestro campo visual.
Cuando la mácula sufre daño debido a la degeneración macular juvenil, la visión central comienza a distorsionarse o a nublarse. Las personas pueden notar que las líneas rectas parecen onduladas o torcidas, y pueden aparecer manchas oscuras o puntos ciegos en el centro de su campo visual. Esto dificulta la lectura, el reconocimiento de rostros y otras actividades que requieren enfoque visual preciso.
A medida que la condición empeora, la visión central puede perderse por completo, lo que deja al paciente con solo visión periférica. Aunque esto no provoca ceguera total, la pérdida de la visión central afecta gravemente la calidad de vida y la capacidad para realizar tareas cotidianas. En casos severos, la persona puede depender de ayudas visuales o adaptaciones tecnológicas para poder desenvolverse en su entorno.
En México, existen varias instituciones especializadas en el diagnóstico y tratamiento de problemas oculares como la degeneración macular juvenil. Algunos de los centros de referencia incluyen el Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana en la Ciudad de México, que ofrece atención integral y opciones de tratamiento avanzadas para enfermedades de la retina. También, el Centro Médico ABC y el Hospital Ángeles cuentan con especialistas en retina y mácula.
Adicionalmente, los hospitales públicos como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el ISSSTE son algunas de las opciones de salud gratuita al que millones de mexicanos tienen acceso actualmente para el tratamiento de este tipo de problemas de la vista.